Tipologia del contenido:
Flora
Autores:
PAULINA RESTREPO RAMOS, SOFIA VELASQUEZ CARVAJAL, MARIA SOFIA VALENCIA CASTAÑO
Ciudad:
País:
España
Descripción: 

LAS ORQUIDEAS

LAS ORQUIDEASLas orquídeas u orquidáceas (nombre científico Orchidaceae) son una familia de plantas monocotiledóneas que se distinguen por la complejidad de sus flores y por sus interacciones ecológicas con los agentes polinizadores y con los hongos con los que forman micorrizas.La familia comprende aproximadamente 25 000 especies (algunas fuentes informan de 30 000), por lo que resulta ser una de las familias con mayor riqueza específica entre las angiospermas. A esta diversidad natural se le suman 60 000 híbridos y variedades producidas por los floricultores.https://es.wikipedia.org/wiki/OrchidaceaeDATOS:Además de las 25.000 especies diferentes de orquídeas que se conocen y que ya han sido documentadas, los científicos continúan encontrando cada vez más y más, nuevas especies de orquídeas. Desde la comunidad científica se ha mencionado que incluso, es sumamente probable que otras tantas miles de nuevas especies aún quedan por descubrir en las selvas tropicales. Todo esto se debe a la magia de la genética, ya que nuevas especies de orquídeas surgen como híbridos y muchos horticultores juegan con esto a menudo, creando nuevos especímenes.La semejante simetría de las flores de orquídeas con la de nuestra especie es una de las razones por las que la gente siente tanta atracción hacia éstas, las cultiva y se preocupa por ellas, por verlas crecer y dar flores. Toda orquídea posee una simetría bilateral (como el rostro humano), por lo cual, si trazamos una línea vertical exactamente en el medio de la flor, se forman dos imágenes simétricas idénticas.Las orquídeas cuentan con excelentes métodos para lograr ser polinizadas, especialmente mediante el engaño de los insectos polinizadores. Para ello, las orquídeas desarrollan órganos reproductivos con formas, colores, texturas y hasta fibrillas que parecen vellos, para simular la imagen de un insecto y atraer a los polinizadores.La vainilla, utilizada en los más diversos ámbitos del mundo gastronómico y tambień en el de los productos de belleza, es en realidad una especie de orquídea. Esta es una flor muy apreciada por ello, además de tener un aroma muy dulce y suave. La vainilla es la orquídea más cultivada y es en América Latina en donde existen los mayores cultivos.En el año 2007, la revista de ciencias naturales Nature, publicó que en una serie de investigaciones se había encontrado polen de una especie de orquídea ancestral sobre la espalda de una abeja que había quedado encerrada en un trozo de ámbar. Los estudios determinaron que este fósil databa nada menos que de entre 10 y hasta unos 15 millones de años de antigüedad, lo cual es mucho tiempo y convierte a las orquídeas en unas plantas sumamente fascinantes. Algunos científicos señalan que las orquídeas pueden haber existido hace más de 120 millones de años, antes de que los continentes se separaran.https://www.vix.com/es/btg/curiosidades/4321/5-sorprendentes-cosas-que-no-sabias-sobre-las-orquideasPREGUNTAS:1. ¿Cuáles son sus características generales?Por lo general, las orquídeas tienen tres sépalos, dos pétalos y un labelo. El fruto es una cápsula que contiene en su interior muchas semillas pequeñas de la flor, lo que permite que se extienda rápidamente en un territorio.Al florecer, llama la atención que gira 180 grados antes de abrirse para exponer totalmente el labelo a los polinizadores.2. ¿Cuál es su nombre científico?Cattleya mossiae, en honor a William Cattley, quien en 1818 cultivó los primeros bulbos de esta planta en Inglaterra, a través de unas especies enviadas desde Brasil. El botánico John Lindley le dio este nombre. 3. ¿Cómo se le conoce popularmente? Flor de Mayo, porque en el siglo XIX el pueblo la utilizaba para adornar la "Cruz de Mayo".¿Algunos aspectos importantes de la orquídea?Es una de las especies botánicas más antiguas, numerosas y variadas que existen en el mundo entero.Sus órganos femeninos y masculinos están integrados en sólo un órgano llamado columna. La mayoría de las orquídeas son hermafroditas, existen unas pocas unisexuales.Crecen prácticamente en cualquier parte, excepto en la Antártica.Se trata de la familia de plantas más grande que hay.Existen más de 25.000 especies de orquídeas documentadas.La vainilla utilizada en los más diversos ámbitos del mundo gastronómico, proviene de la orquídea cultivada.En América del Sur se encuentra la mayor variedad de orquídeas.La simetría de las orquídeas es muy similar a la humana.La orquídea más pequeña del mundo es la Platystele microtathanta, que habita en las selvas de Costa Rica. Su altura no supera los 1,5 centímetros.Las orquídeas son consideradas uno de los grupos más amenazados a nivel mundial. Así lo enfatiza el Libro Rojo de la flora venezolana. Los científicos del IVIC están trabajando en su reproducción asistida para así preservar la especie.ORIGEN DEL NOMBRE DE LAS ORQUIDEAS:Las Orchidaceaes, como se conoce científicamente a las orquídeas, son una familia de plantas monocotiledóneas, es decir, que tienen un solo cotiledón (u hojas primordiales en el germen de la semilla) en su embrión en lugar de dos.Son conocidas popularmente como Orquídeas, siendo este nombre común para catalogar a más de 25 mil especies de esta flor, así como miles de híbridos.Las orquídeas se caracterizan por ser flores con formas complejas, además de tener un sistema de reproducción llamativo para las abejas y los hongos.Gracias a su capacidad de adaptación, estas flores se han desarrollado en todo el mundo, dejando su ambiente natural que era los trópicos. Han adquirido especial importancia económica en América, y aún en la actualidad numerosos investigadores se centran en su estudio buscando nuevas variedades y usos para la flor.Origen de Su NombreCabe señalar que el origen de su nombre data de aproximadamente el siglo V a.C., en donde el filósofo griego Teofrasto nombró "Orchis" (ορχις) a la flor, palabra que hace referencia a los testículos.El erudito, que escribió el primer tratado sistemático de botánica farmacológica, dio este nombre a la planta al notar que presentaba dos tubérculos redondeados en la base de sus raíces, los cuales se asemejaban mucho a los testículos de los varones. Esto originó el actual nombre de "orquídea" con el que es c POEMA, CUENTO, FABULA, LEYENDA:POEMA:FLOR DE ORQUIDEAFLOR DE ORQUÍDEA...Flor de orquídea...Flor del encanto especial,ruboriza los colores de su luz,con una mirada penetrante,adentrarme en tu mundo...Flor de la melodía dulce,fresca mañana aromática,con una caricia flameante,sintetiza mis acordes en maravillas...Flor de mi destino sublime,regazo atardecer latente,mi corazón en estación,soñadora de cantos alados...Flor de orquídea, mi dulce compañía,acontece mil luceros, de tu noche caer,el infinito querer de mis anhelos,una sonrisa cautivar tu ser...http://www.mundopoesia.com/foros/temas/flor-de-orquidea.389708/CUENTO:Belleza orquídea,inusual estéticade rostro humano.  Los rayos del sol, al amanecer, tenían magia: dotaban al mundo de tintes increíblemente complejos y hermosos. El lugar en donde vivía Eris tenía lo que pocos lugares en la actualidad tienen: campos llenos de flores y luz, mucha luz. Las formaciones montañosas que rodeaban el valle cobijaban también muchas variedades de flores. El lugar era casa de floricultores entre las que se encontraban experimentados personajes como el señor Gallarín, quien producía las mejores rosas de la región, o la familia Escarmís, que era la responsable de las hermosas y enormes violetas africanas que florecían en los jardines del Parlamento; se cultivaban la Fresia y la Petunia, las graciosas Margaritas Inglesas y los intelectuales Pensamientos; y, en medio de todo este paisaje multicolor que día con día el sol descubría cual si fuese un enorme vitral, la familia de Eris se dedicaba a cultivar algo más humilde, pero no por ello menos complejo y maravilloso: el padre de Eris cultivaba Orquídeas. Desde muy pequeña, Eris sintió una fascinación especial por estas flores, su simetría que no perdía sino que acentuaba sus caprichosas formas era, a su juicio, el atractivo más fuerte que tenían; después venía la enorme variedad de ellas, tan enorme que ella no dudaba que fuera infinita, esa creencia se acentuó cuando su padre le explicó acerca de la polinización y de los “híbridos”: “se pueden polinizar tantas flores como quieras siempre que sean del mismo género o subtipo y, si eres inteligente y sabes unir las especies justas, podrás crear una nueva, hermosa y sorprendente Orquídea a la que podrás poner tu nombre”, solía decirle. Él, gran estudioso autodidacta  de la genética, pasaba muchas de sus noches haciendo cálculos y esquemas y muchos de sus días polinizando y vigilando a sus flores. “Es algo complicado y tardado”, decía, “pero uno se siente tan satisfecho por descubrir ese algo de Dios que todos tenemos y que nos está tan oculto.” Para él cada flor que abría sus pétalos al sol era una auténtica revelación.  Influida por las largas disertaciones que hacía su padre acerca de sus flores, Eris aprendió más y más acerca de ellas, incluso hizo su propio  “jardín” en medio del bosque que se alzaba más allá de la colina, pero careciendo del interés que poseía su padre por la genética observaba a las Orquídeas con ojos más poéticos que evocaban el amor. Ella las llamaba “flores espejo”, pues se había dado cuenta de que, si uno partía por la mitad una de esas flores, se encontraría con dos partes simétricamente iguales. “Es como el rostro de las personas”, le decía a su papá, pero el papá hacía un gesto desdeñoso y decía: “ninguna persona podrá ser tan perfecta como una Orquídea.” Aún así algo dentro de ella insistía en que su padre estaba equivocado. “¿Cómo sería una persona Orquídea?”, se preguntaba; y estaba segura de que un día encontraría una persona que tendría tanto que mostrarle de sí misma, exactamente como un espejo. A esos nombres latinos tan complicados que mencionaba su padre ella, observando, los cambiaba por otros nuevos, por ejemplo: a la que su padre llamaba “Cypripedium Drapeanum” ella le decía “morralito”, pues la forma de sus flores parecía, en efecto, un pequeño morral o monedero; a la que se llamaba “Phalaenopsis”, ella le decía “palomita”, pues sus pétalos parecían formar una paloma con amplias alas y diminuto pico; había algunas que parecían pequeñas bailarinas o seres humanos auténticos. A Eris le fascinaba la cantidad de formas que podía encontrar en una sola flor, y con entusiasmo, se dedicaba al cultivo al lado de su padre; con él las cuidaba, las cubría y las regaba siempre que fuera necesario. Después de un día de trabajo solía ir a visitar su “jardín” en el fondo del bosque más allá de la colina, y ahí pasaba largas horas soñando despierta. Así creció Eris entre campos coloridos y la imaginación, floreciente en cada Orquídea, de su padre. Una mañana de otoño, cuando la luz primigenia del día descubría los colores del valle rodeado por montañas, Eris vio a una persona desconocida paseando entre las flores; curiosa, camino por el campo de Orquídeas de su padre para preguntarle a aquel desconocido el motivo de su visita. Lo primero que notó fue que esa persona no parecía ni hombre ni mujer, su apariencia era muy particular y, aunque llevaba ropa un tanto masculina, algo en ella no la ubicaba en ningún sexo concreto. Sin detenerse a pensar demasiado en ello, Eris la saludó: -¡Hola! ¿Necesitas algo?  La persona, que se encontraba distraída mirando las flores, giró la cabeza hacia Eris y, sonriendo, respondió: -¡Hola! Disculpa, vengo de la Capital, soy estudiante de horticultura. Busco al señor Gallarín. -Camina más al Sur –le indicó Eris- y, dos casas más allá, atravesando esos campos, encontrarás su casa. Es inconfundible: la entrada está adornada por rosas bicolores.  El rostro del visitante se iluminó. -¡Muchas gracias! –respondió sonriendo, hizo una leve inclinación y siguió andando hacia donde Eris le había indicado.  Eris se quedó ahí sin poder moverse. La vista de aquella persona la había fascinado por completo. ¿Quién era? ¿Qué era? Veía claramente su cabello claro, lacio y corto caerle sobre la cara y ondear al viento, sus pasos eran decididos pero relajados y esos hombros que sostenían una mochila de viaje eran magníficos, la sonrisa franca y alegre, la nariz recta y fina, femenina, y los ojos, esos ojos tan cálidos y distantes. “Si le miras la cara es una chica”, pensó Eris, “pero si lo ves de espaldas se convierte en chico.” Y, sin poder separar la vista del visitante, lo siguió con la mirada hasta que éste desapareció por la vereda.  Pasaron los días y Eris no vio de nuevo a aquella persona; nadie parecía haberla visto, ni la familia Gallarín comentaba nada.  Eris, al inicio alerta por si escuchaba algo que pudiera indicarle quién había sido aquel visitante, terminó por pensar que no sería sino otro visitante interesado en los métodos del señor Gallarín, visitantes muy comunes que iban a menudo y no volvían más, y comenzó a sumergirse nuevamente en sus fantasías. El rostro de aquella persona tan curiosa volvía de pronto a su mente y a veces, cuando caía la tarde y ella volvía de su jardín en el bosque, miraba la vereda que llevaba a la casa del señor Gallarín y recordaba, suspirando, la hermosa sonrisa ambigua de aquel extraño. Cierta noche, entre el azul rey del cielo y el naciente fulgor de las estrellas,  mientras Eris se dirigía, a través del campo, a su casa, se escucharon pasos apresurados en la vereda que conducía a la casa del Señor Gallarín. En la hermosa transparencia zafirina del cielo se percibió una silueta de la que salió una voz que Eris reconoció al instante: -¡Buenas noches! ¿Te interrumpo en algo?  Eris miró sorprendida hacia donde se encontraba la silueta y su corazón dio un vuelco  al reconocer en ella al extraño visitante.  -¡Hola! -dijo sonriendo- ¿Qué tal te ha ido? ¿Encontraste al señor Gallarín? -Si -dijo la silueta acercándose-. Muchas gracias por indicarme el camino. Estaba perdida.  “¡Ah! Entonces se trata de una chica”, pensó Eris, y atravesó el campo para acercarse a la visitante. -Mi alegra –dijo-; no pensé que te quedarías en este lugar. -¡Este lugar es hermoso! –Dijo la chica, con esa luminosa y ambigua sonrisa que tanto había impresionado a Eris-  He estado en casa de los Gallarín y, como tienen mucho material interesante, no había tenido tiempo de salir al campo para agradecerte lo amable que fuiste conmigo; pero mira: ahora que pude salir quise venir a darte las gracias.  Eris se sonrojó tanto y tan inexplicablemente que se alegró de que ya estuviera oscureciendo.  -Me quedaré por un tiempo –continuó la visitante- ya que en señor Gallarín está muy interesado en que sus descubrimientos lleguen a la Capital y ha prometido enseñarme su nueva técnica de enjertación. -Te pondrá a trabajar un montón –dijo Eris divertida-; es un hombre muy exigente. ¿Vienes de la Capital, entonces? –añadió sin saber qué más decir. -Sí, desde niña me ha apasionado mucho la horticultura, pero ahora me he interesado por la floricultura y, de ésta, el cultivo y la variación de Rosas me ha llamado mucho la atención. La Rosa es una de las flores más antiguas: datan del Cretácico y, por ello, representan el símbolo universal del amor duradero.  El corazón de Eris latía muy aprisa ahora que se encontraba frente a frente con aquella persona que, a pesar de ser mujer, era un poco más alta que ella y tenía una fuerte presencia.  -¿En qué años  se ubica el Cretácico? –preguntó. -Hummm…estamos hablando de unos 145 millones de años, aproximadamente. -Respondió la visitante pensativa. -¡145 millones de años! –Se sorprendió Eris- Es más antigua que la Orquídea.  -¿Tú cultivas Orquídeas? –preguntó, sorprendida, la visitante. La oscuridad era cada vez más densa. -Si –respondió Eris-; son flores muy hermosas, pero más modernas, se cree que datan de hace 15 millones de años, aunque algunos piensan que podrían tener hasta 120 millones.  -¿Te parecen hermosas? –preguntó, con un tono extraño, la visitante ignorando las cifras.  -¡Claro!  Ambas quedaron en silencio. Las estrellas comenzaban a brillar intensamente.  -Debo irme –dijo Eris. -Sí; yo debo regresar a casa de los Gallarín también. ¿Quieres que te acompañe a tu casa? –preguntó la visitante con un tono cortés, pero tan tímido que Eris se sorprendió y sintió ternura, pues no lo hubiese creído posible en una persona como ella.  -No te apures, mi casa está muy cerca. Mejor ve con Gallarín, ese camino sí que es un poco largo.  -Es verdad…oye –dijo la visitante con cierta vacilación- ¿puedo volver mañana?  -¡Por supuesto que sí! –respondió Eris más enternecida todavía por la cortesía con que se manejaba la muchacha- siempre estoy aquí al caer la tarde – dijo, omitiendo de propósito que a veces iba a visitar su jardín en el bosque, pues lo consideraba un secreto muy suyo.  La otra chica lanzó un pequeño suspiro.  -Entonces ¡hasta mañana!  -¡Hasta mañana!  Y la visitante se alejó corriendo a través del campo de flores; daba la impresión de  querer penetrar, con sus pasos, la densa negrura. Luego, cuando ya se encontró sobre el camino y el cuarto creciente iluminaba pálidamente la tierra, se volvió y gritó:  -Por cierto, ¿cuál es tu nombre?  -Eris –respondió Eris que no había apartado la vista de la chica-. ¿Y el tuyo?  -Aura; me llamo Aura. ¡Buenas noches, Eris!  -¡Buenas noches, Aura!  Y Aura desapareció debajo del cielo cuajado de estrellas. Los días siguientes Aura y Eris se veían a la caída de la tarde. Aura le comentaba acerca de sus estudios con el señor Gallarín y Eris le platicaba sobre las orquídeas, el trabajo de su padre y los nuevos nombres que ella había dado a cada especie de Orquídea; entonces, Aura miraba detenidamente y encontraba las formas que Eris le indicaba. A veces no hablaban de flores, a veces y si no era muy tarde, bajaban al lecho del río y, sentadas en la hierba, Aura le platicaba acerca de la Capital y de sus estudios, de vez en cuando Eris se enteraba un poco sobre su familia.  -No los veo mucho –decía Aura-, pero nos escribimos constantemente. Tengo un hermano que estudia música en Italia y, frecuentemente, manda dibujos de los lugares que más le gustan. Le entusiasma mucho estar allá y sus cartas están llenas de las cosas que hace y los lugares que visita.  Y, a pesar de platicar tanto, Eris tenía la impresión de que apenas sabía nada sobre Aura.  Cuando el señor Gallarín llenaba de trabajo a Aura entonces no se veían. En esos días Eris pasaba más tiempo en su jardín del bosque sentada en medio de sus flores, sintiéndose extrañamente sola y pensando, sin apenas darse cuenta, tiernamente en Aura. Le gustaba mucho su sonrisa y la manera en que se movía su cabello, le gustaban sus manos algo gruesas pero femeninas y el tono de su voz un poco más grave de lo normal. “¿Por qué pienso en ella como si estuviese enamorada?”, se preguntaba, “Después de todo es sólo una chica como yo.” Y, diciendo esto, concentraba su mirada en una flor o  regresaba al campo para mirar su reflejo huidizo en las aguas del río.  Aura, por su parte, se embebía en sus estudios, pero, frecuentemente, se descubría pensando en Eris, en que quería verla de nuevo.  A pesar de pasar de ser una persona solitaria Eris la hacía sentirse extrañamente cómoda, como si ya la conociera desde hacía mucho tiempo.  Un día Eris decidió hacer un paseo por el boque con Aura. Era un bosque pequeño que se alzaba al pie de una montaña; como había muy poco trabajo en el campo salieron temprano y, mientras caminaban tranquilamente, comentaban y miraban los hermosos campos vecinos; a veces  llegaban a divisar algunas parvadas de aves que cruzaban en cielo, o mariposas de majestuoso colorido, llegaban a sorprender animales pequeños escondidos entre los arbustos o corriendo hacia sus madrigueras: “¡Mira, Aura, qué bellos gorriones!” ¡”Qué bellos azulejos!” “¡Un Zanate!” “¡Mira, una ardilla! Papá odia las ardillas porque dice que estropean los bulbos!” “Mira un Tejón!” “¡Una liebre! Eso quiere decir que ya estamos cerca del bosque.” Eris indicaba, emocionada, cada animalito o curiosidad que pensaba que pudiera interesar a Aura; y, ésta, sin decir nada, caminaba tranquila, mirando con ojos sonrientes a Eris. Cuando llegaron al bosque ya pasaba del mediodía y ambas estaban cansadas y acaloradas. Aura había llevado consigo una pequeña cantimplora y, dejándola en el suelo, se sentó debajo de un árbol.  -¡Qué raro! ¡Tengo una sed terrible! –se quejó Eris.  -Eso es porque has venido hablando todo el camino –le respondió Aura, y le alargo la cantimplora llena de agua.  -Pero, ¡a que no habías visto  nunca tantos animales como hoy! Ustedes los de la ciudad desconocen  muchas cosas del campo.  -Es verdad, pero nosotros los de la ciudad sabemos que debemos llevar agua cuando vamos a caminar tanto como lo hemos hecho hoy nosotras, Eris –replicó  Aura sonriendo.   -¡Es verdad! Y yo qué encontré tan ridículo eso de la cantimplora.  -¿Me encontraste ridícula? –preguntó Aura. – ¡No! Sólo el hecho de llevar tanta agua para tan corto camino. En realidad tú te ves muy tierna. Eres casi como un muchacho –y, como reparando en lo que acababa de decir, sonrió tímidamente y tomó el recipiente que Aura le ofrecía.  Aura se sonrojó y bajó la vista.  -Discúlpame si he dicho algo malo –dijo Eris al ver la expresión de su amiga.  -No, es sólo qué… -Aura se calló un momento-  a pesar de haberme hablado mucho sobre las Orquídeas nunca me has dicho por qué te gustan tanto  y me gustaría saberlo. ¿Para ti la Orquídea es una de las mejores flores?  -¡No! –Respondió Eris con seguridad- Para mí la Orquídea es la mejor flor.  -¿La mejor? ¿Incluso más que la Rosa?  -Incluso más, aún más que esas maravillosas Rosas bicolores del señor Gallarín.  Aura la miró sorprendida.  -Y ¿puedo saber por qué? –preguntó. Después de pensarlo un momento Eris dijo:  -Es muy simple. Ven, quiero mostrarte algo- y, diciendo esto, tomó la mano de Aura y ambas se internaron un poco más en el bosque.  Llegaron a un claro y Aura miró sorprendida a su alrededor.  -¡Qué hermoso, Eris! Nunca pensé que algo tan bello se escondiera en las entrañas de un bosque.  -Es mi jardín –dijo Eris sonriendo-. Lo he cultivado desde pequeña y poco a poco, siguiendo los consejos de papá.  La luz del sol se colaba a través de las hojas y las ramas de los árboles y hacía el efecto de la luz que se cuela por la bóveda de una gran cúpula cristalina. Rodeaban al claro numerosos árboles de los cuales colgaba una enorme variedad de Orquídeas epífitas que daban la impresión de ser una magnífica cascada de flores. Al pie de los troncos había también muchas orquídeas sobre hojas muertas.  -¿Y estas también son Orquídeas? –preguntó Aura.  -Sí; aquí hay muchas variedades de Orquídeas que yo misma he plantado.  -Es muy hermoso todo esto, Eris, pero aún no has respondido mi pregunta- dijo Aura con una expresión seria.  -No hay nada más sencillo para mí que responderte –contestó Eris mirando a Aura a los ojos. Se acercó a una rama florida que colgaba de un árbol, la tomó y dijo-: sólo hace falta ver la estructura de estas flores. Cada una es distinta y, por lo mismo, es semejante en su variedad a sus hermanas. Su estructura, aunque no tiene nada de convencional, es perfecta: una maravilla geométrica, ya que la mitad de sus tépalos es exactamente igual a la otra mitad, como si reflejaras una de esas mitades en un espejo. La palabra Orquídea viene de “orchis” que en griego significa testículo, eso es por la forma que tienen sus bulbos; sin embargo, es una flor que exhala femineidad. Es tan ambigua, tan particular. Se camufla para ser polinizada y para polinizar; sus colores y su perfecta estructura  son un hermoso disfraz que engaña a los más aguzados insectos, y el disfraz mismo constituye su piel y esconde su verdad. Hay personas que creen que son muy exclusivas y que sólo se encuentran en lugares remotos porque desconocen a esta flor, así que piensan lo que la sociedad y el comercio les han hecho pensar, pero ignoran que crecen en casi cualquier clima y en cualquier terreno, que muchas de ellas cuelgan de árboles o nacen en lechos de hojas secas además de en la tierra, como cualquier flor. Para otros la Orquídea es algo sin gracia, un error natural con pétalos deformes, pero no saben cuán cerca están de ellas, no saben que las comen, que es una flor muy común y corriente que puede estar en cualquier lado. Aún con todo no podrías confundir nunca una Orquídea como sea que se camufle ni aunque se esconda entre muchas otras flores.  Aura la escuchaba emocionada.  -¡Es maravillosa la forma en la que piensas! –le dijo, boquiabierta, a Eris.  -En la naturaleza no hay errores; aún la hibridación de las flores ocurre de forma natural entre las Orquídeas. Todo es maravilloso Aura: la salud, la enfermedad… todo tiene forma geométrica perfecta. ¿Alguna vez has partido una col por la mitad?  -Eris –dijo Aura sin poderse contener -, estoy enamorada de ti.  Eris la miró con ojos brillantes. Una sonrisa asomó inconscientemente a su rostro.  -Yo también estoy enamorada de ti, Aura. A pesar de que siento que no sé muchas cosas de ti aún, sé que hay algo en ti que he esperado por tanto tiempo, algo en ti que quiere ser descubierto. Desde la primera vez que te vi tu figura me atrajo poderosamente.  Ambas se acercaron la una a la otra.  -No sé exactamente por qué pienso esto; pero creo que tú eres como una Orquídea.  -¿Por qué? –preguntó Aura sin dejar de mirarla.  -Porque eres tan diferente a todos los demás. No pareces completamente una chica, pero tampoco pareces un chico.  -En realidad no soy ni lo uno ni lo otro. ¿Cuál es la Orquídea que te gusta más?  -La Vainilla –dijo Eris y cortó una hermosa flor amarilla que colgaba de la rama de un árbol -.Son flores hermosas que sólo duran un día si no son polinizadas.  -Tienen algo del amor –dijo Aura.  -Entonces, si no eres una chica ni un chico, ¿qué eres? –preguntó Eris mientras colocaba la flor de Vainilla en el pecho de Aura y una fragancia muy suave y dulce perfumaba el ambiente.  Sus miradas se encontraron; algo  muy profundo dentro de sus almas se reflejó en los ojos de ambas. Eran dos seres que se reconocían.   -Soy una Orquídea –y, al decir esto, Aura atrajo a sí a Eris y la besó en los labios. El beso produjo en Eris la suave sensación de  una espera que terminaba y  de un tranquilo sueño que acababa de comenzar.https://brujulaintersexual.org/2015/03/20/cuento-orquideas/LEYENDA:Sobre las orquídeas se han hilvanado muchas leyendas. Según los griegos, los Cosmosandalon, Sandalia del Mundo, era la flor favorita de Ceres y con ella se adornaban los sitios por donde paseaban a la divinidad. Parece que la flor nombrada no era otra que el Ofirum Ferrum-equinum, encontrado más tarde por Desfontaines en los alrededores de Corfú.La India también tiene su leyenda, La Diosa Ailoe huyendo hacia las montañas para no ver los horrores que cometían con sus fieles los “barbaros” invasores, fue dejando girones de su túnica celestial en las espinas de los zarzales y, como eran rastros divinos, indestructibles, se convirtieron en flores cerúleas que mas tardes los hombres llamaron Vanda Coerulea.En Java, según escrito del botánico holandés Blume, cuenta: “una Diosa, de belleza extraordinaria, cubierta con un precioso manto de seda, se apareció a los indígenas para inspirarles sentimientos elevados, pero éstos, pervertidos y groseros, la persiguieron hasta hacerla refugiarse en lo mas intrincado de la montaña. Triste y abatida extendió sobre las piedras su manto divino y retornó donde los hombres colérica y amenazante, éstos al verla imploraron su perdón y le suplicaron dejarle su precioso manto divino para protegerlos, ella ofreció enseñárselos por última vez antes de retirarse al cielo, pero algunos fragmentos se habían quedado enrredados en las piedras donde el velo había sido extendido y poco a poco fueron germinando dando hojas semejantes a la seda del velo divino; devotos, contemplando el milagro, hicieron procesiones para recoger aquellas pequeñas plantas, destruyendo las restantes para que no fueran profanadas. A pesar del cuidado y de sus rezos, las plantas empezaron a marchitarse y a morir, desesperados imploraron a la Diosa que les devolviera su tesoro, ella viendo verdadero arrepentimiento en sus fieles, revivió con su aliento las raíces abandonadas en las rocas, que todavía subsisten, y así se conservan esas joyas que se llaman Macodas Petola, de hojas satinadas, verde claro con matices purpurinos, adornadas con dibujos amarillos que parecen lentejuelas de oro”http://www.orquideariopueblonuevo.com/articulos/historias-leyendas-y-origenes 
Nosotras quisimos mostrarles un poco mas de las orquídeas por eso consultamos y ahora les mostramos a ustedes